Txakoli Txomin Etxaniz

Txakoli Txomin Etxaniz tiene un método de elaboración que lo desmarca de los demás

Txomin Etxaniz Txakoli
El Txakoli Txomin Etxaniz se lleva elaborando y embotellando en la misma localización desde hace generaciones. Exactamente en 1649 es cuando el señor Domingo Etxaniz toma las primeras anotaciones del proceso que pasará a distinguir a su familia en el costero pueblo de Getaria.
Este chacolí de calidad ostenta con orgullo su sello de D.O. y es ahora en septiembre cuando se procede a recortar la vid y comenzar el proceso etílico. La casa Txomin Etxaniz asegura la alta calidad que oferta intercalando siempre las técnicas más innovadoras del sector con los métodos tradicionales heredados de una generación a otra con mucha dedicación.
En unos terrenos costeños de mucha pendiente se encuentran los viñedos de Txomin Etxaniz. Esta familia gipuzkoana cultivando desde hace décadas, incluso siglos, las variedades autóctonas del lugar Hondarrabi Zuri y Hondarrabi Beltza, que pronto son vendemiadas para crear los tres brebajes en los que se especializan.
Por un lado está el conocido Txakoli de un color amarillo pálido y con tan solo 11 grados de alcohol. Tiene un sabor persistente y aunque ácido, pero tan sólo ligeramente con una suave sensación carbónico en boca. Se recomienda tomarlo fresco a la hora de acompañar pescados y mariscos.
Por otro lado, podemos degustar la variedad espumoso Eugenia. Con las mismas características físicas y visuales que el Txakoli, el espumoso de esta casa se distingue en que se trata de una cuidadosa selección de txakolis suaves. Con una crianza lenta y delicada de 15 meses, el Eugenia, resulta un vino persistente y redondo en boca con un carbónico fino para aquellos gustos exigentes. Su sabor se aprecia cuando se degusta con una ligera merienda de quesos y frutos secos a una fría temperatura.
Finalmente, llegamos al Uydi de vendimia tardía que conforman un perfecto acompañante de entrantes y postres y está altamente recomendado con foie. Un delicioso vino sin gas de 12 grados etílicos, máximo de esta familia. En su peculiar descripción llama la atención el factor del azúcar residual que mantiene un equilibrio sin igual con el característico acidez de las uvas Hondarrabi que llevan 12 meses de crianza en los laboratorios de Txomin Etxaniz.
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