Vinos de Cantabria se aleja de la polémica del Txakoli

Los productores cántabros admiten que no tienen la intención de plantar Txakoli.

Se extiende la polémica sobre la denominación de origen vasca Txakoli. Cantabria y Burgos han reclamado poder comercializar bajo este nombre algunos de sus vinos blancos, pero tal término -en cualquiera de sus variantes- sólo ampara legalmente a las producciones controladas por las tres denominaciones de origen vascas, la de Getaria, la vizcaína y la alavesa.

Primero fue Burgos quien reclamó su derecho a vender chacolí; y unos días después fue la comunidad cántabra quien pidió que se ampare bajo esa expresión a ciertos caldos elaborados ahora bajo la denominación de origen ‘Vino de la Costa de Cantabria’. El ‘lobby’ reclamó a la clase política de la comunidad «una reacción urgente para proteger nuestra cultura e identidad» de la «apropiación vasca».

Los productores de Cantabria quieren estar al margen de esta polémica, ya que un solo de los propietarios planta la variedad acogida dentro de la denominación de origen Txakoli. Este fue Fernando Renovales, primer bodeguero cántabro en empezar a cultivar ondarribi zuri -la variedad básica del txakoli- en su finca de Villaverde de Trucíos, en Cantabria, una parte de la cual pertenece a la población vizcaína de Artzentales. «Aquí nadie pone en las etiquetas ‘chacolí’ excepto yo. En realidad es una polémica tonta». Hace 25 años empezó a cultivar las tierras que tenía como un hobby. Aprendió a elaborar chacolí de los productores vascos y, a día de hoy, buena parte de su producción de este vino va a parar «a restaurantes de Bilbao». Lo mismo opina Coral Saiz, de Señorío de Pas, una bodega muy joven que está elaborando vino natural. «Es aún más puro que el ecológico porque no añadimos ningún tipo de enzimas en bodega, todo el trabajo lo hacemos en el campo», explica. «No le veo sentido a la polémica que se ha generado, porque aquí sólo Renovales cultiva ondarribi zuri. El resto no podríamos producir estos vinos». Más tajante es Ignacio Abajo, de la Bodega Viña Lancina, en Bárcena de Cicero. «Yo nunca utilizaría el término ‘chacolí’ para mis vinos. Si buscas en un diccionario su definición, figura que es un vino muy corto de grados y muy ácido, un vino malo». Abajo lleva cerca de una década cultivando otras variedades «nobles» de uva, como riesling y godello. «El chacolí se elabora con variedades muy sucias, que necesita mejorantes como la chardonnay para conseguir un buen resultado final. Desde luego, yo no quiero ese término para mí», dice resuelto.

La producción del chacolí en Cantabria está documentada desde al menos el siglo XIII, y se circunscribe a las zonas de Santander, Colindres, Armuero, Meruelo, Argoños y Noja, parte de las Encartaciones y la costa vasca, así como también en otras áreas de influencia cultural y eclesiástica cántabra, como el burgalés Valle de Mena.

El sector vitivinícola cántabro es aún muy joven. Hace poco más de 10 años que se empezaron a elaborar los primeros caldos. Actualmente, ocho productores forman parte del área geográfica regulada como ‘Vino de la Costa de Cantabria’, y dos más como ‘Vino de Liébana’. Es un vino de una producción limitada, cuyo consumo es casi totalmente local, pero que se espera exportar a otras comunidades en un futuro próximo.

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